La tendencia al calentamiento global es irreversible, pero aún podemos adaptarnos de la mejor manera si cambiamos la forma de percibir y de relacionarnos con la Tierra. Desde la década de los setenta del siglo pasado, James Lovelock alertó sobre el cambio climático que se generaba en el planeta producto de las acciones humanas; desde entonces no ha dejado de trabajar monitoreando el proceso y dejando saber los resultados de sus observaciones, los cuales no son alentadores para la raza humana. Lovelock habló del desarrollo sustentable como una forma equilibrada del hombre relacionarse con el planeta para aprovechar los recursos. Más adelante, en la década de los noventa, mencionó que ya esto era obsoleto y que tal vez existía la posibilidad de una retirada sustentable. Hoy día afirma que es demasiado tarde y que el cambio climático ya es imparable.
James Lovelock nació en Inglaterra en el año 1919. Es un científico independiente, meteorólogo, escritor, inventor, químico atmosférico, ambientalista, con una respetada carrera como uno de los personajes más influyentes del siglo XX. Fue asesor de la NASA en los años 60 y 70. Inventó el detector de captura de electrones para descubrir componentes tóxicos en regiones tan remotas como la Antártida; esos estudios determinaron por primera vez que se estaba produciendo un agujero en la capa de ozono.
Pero no es hasta la formulación de la Teoría de Gaia que se le reconoce como una voz crítica en la problemática ambiental del planeta, pese a lo controversial de sus conceptos. El nombre de esta teoría fue dado en honor a Gaia, antigua diosa griega de la Tierra.
La Teoría de Gaia es la primera hipótesis científica en la que su autor expone que el planeta (Gaia) es un ser vivo, un superorganismo complejo con la capacidad de autorregularse. En esta tesis explica que el planeta está compuesto por una red viviente de organismos que al relacionarse entre sí dan lugar al equilibrio de la biósfera. La Tierra es un organismo cuya inteligencia se evidencia en la complejidad de sus procesos evolutivos, en su auto-regeneración siempre y cuando las condiciones sean favorables. No se conduce de una forma lineal por lo que los cambios sorpresivos y repentinos son de esperarse.
Los modelos climáticos basados en constantes no han dado resultados fiables en cuanto al comportamiento de los cambios esperados, esto ocurre porque la evolución en general siempre sufre saltos e interrupciones según la influencia del medio en que se lleva acabo el proceso.
La humanidad desde el siglo XIX somete al planeta a una continua agresión que genera cambios en las condiciones necesarias para la vida, afectando particularmente a la raza humana. Lovelock en su libro La Venganza de Gaia advierte que el clima extremo será la norma y que para el año 2040 Europa será un desierto y ciudades como Londres estarán bajo el agua. Sus estimaciones no están lejos de los cálculos presentados por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (Cuerpo de las Naciones Unidas que incluye a los principales científicos mundiales).
Lovelock fue galardonado por la Sociedad Geológica de Londres por crear un nuevo campo para el estudio de las Ciencias de la Tierra. La Teoría de Gaia es considerada como un aporte esencial para entender los complejos procesos del planeta. Esta sospecha, que luego se transformó en hipótesis, surgió cuando el investigador, al trabajar en la NASA, se planteó una inquietud: ¿Por qué la tierra es diferente de Marte y Venus, en donde la atmósfera es tóxica para la vida? De allí él dedujo que la atmósfera de la tierra no fue creada al azar por fenómenos geológicos, sino por la polución de todo lo que ha respirado alguna vez, crecido y se ha degradado. Según esta teoría, la vida no es solo un pasajero en el planeta; es un contribuyente activo, para crear las condiciones que la sostienen. Este científico es uno de los pocos cuyas ideas han desatado, no sólo una revolución científica, sino también una espiritual. Ha inspirado y seguirá inspirando las investigaciones y trabajos medioambientales porque la Teoría de Gaia cambió la manera de ver y percibir el planeta y la forma en que el hombre se ve a sí mismo dentro del sistema de la vida. Sin duda, James Lovelock es un visionario, un científico, una esperanza para la vida del planeta Tierra.