Tal como se había expuesto en la anterior entrega, los centros universitarios del país deben contribuir al desarrollo de la sociedad y estar en sintonía con los planes de desarrollo de la nación así como insertarse en las nuevas teorías del desarrollo. Nuevas teorías que tienen por éste una concepción que trasciende lo económico, que se aleja de toda visión reduccionista, que entiende que los recursos naturales, el capital humano y el capital físico no constituyen el único capital con que cuentan las naciones, no son la única riqueza de las naciones, sino que con ellos o junto a ellos, existe un capital social que le otorga al desarrollo un valor integral.
La universidad no puede seguir siendo indiferente ante la crisis mundial del presente. Ésta no es una crisis cualquiera, los mercados fi nancieros se han apoderado de la economía mundial, han logrado debilitar hasta las economías más fuertes de los paí- ses industrializados. Por lo que una universidad creadora de cultura debe entender que estamos en presencia de una “crisis civilizatoria”, por tanto, está obligada a dar su contribución para que nuestros pueblos avancen en la búsqueda de alternativas ante el sistema mundo actual. La universidad debe entender que la destrucción del planeta bajo el mantra del crecimiento económico es cada vez más acelerada, ya que las lógicas de los mercados fi nancieros exigen ganancias en plazos cada vez más absurdamente cortos. Debe entender que la presente crisis, a diferencia de las anteriores, no puede ser considerada como una simple disfunción o un momento más o menos largo de acomodo y reacomodo de las instituciones del sistema capitalista mundial; crisis que no deparará en el corto y mediano plazo, nuevas oportunidades para dicho sistema; muy por el contrario, la lectura de lo que ocurre en EEUU y Europa nos dice que ésta es la crisis estructural más profunda y más larga que ha vivido el capitalismo; por lo que para lograr su resurrección el imperio, basado en su poder bélico, recurre a sus acostumbradas prácticas de desestabilización de las democracias emergentes o nuevas democracias y a la promoción y ejecución de acciones guerreristas y terroristas.
En función de ello, la autonomía universitaria no puede seguir siendo un concepto que sirva para todo. La docencia, la investigación y la extensión, siendo como son las funciones fundamentales de la universidad, para la generación de una nueva cultura, tienen que ser la razón de ser de la autonomía.
Un pragmatismo vulgar, bullanguero, pernicioso y clientelar se ha apoderado de la dirigencia universitaria. Atrás, muy atrás, algunos no lo recuerdan, otros lo ignoran, también hay quienes lo callan, quedó el tiempo en que para ser autoridad universitaria había que tener una Obra, había que haber creado Escuela, había que ser un Maestro. Había una Ética en la dirigencia universitaria, el mores de la Universidad estaba inundado de dignidad, la universidad era de verdad un Alma Mater.
La comunidad universitaria era receptora de los problemas más importantes de la humanidad, manifestaba su más profunda preocupación por la solución de los mismos, andaba en la búsqueda de alternativas a ellos. Una muy pobre interpretación y una pésima práctica de ella, ha despojado a la Autonomía de su profundo sentido democrático, académico, impugnador, cuestionador de un orden; ahora se utiliza como una consigna, con la cual se sataniza a quien no esté de acuerdo con las decisiones que adopten las autoridades universitarias; sus violadores de ayer pretenden erigirse en sus defensores hoy. Esta posición no puede verse como una simple casualidad, mucho menos como una posición sincera. La misma es una posición que tiene una inmensa carga ideológica. El neoliberalismo en su afán de dominarlo todo a través de la totalización del mercado, implementa nuevos mecanismos para la profundización de la colonización del saber, del pensamiento, de la imaginación, de la creación, de la cultura; para ello, “cultivan el hábito del olvido”, pretenden hacerle creer al venezolano que el pasado histórico es inexistente, se tiene hacia la historia una conducta contemplativa, no entienden que la historia es la vida vivida. Por supuesto, ello no es casual, es la forma como ideologizan las clases dominantes los procesos históricos, para hacer creer y convencer que su proyecto político es el de toda la nación. La Revolución Bolivariana, liderizada por el Comandante Eterno, Hugo Chávez, y a la que el Presidente Constitucional Nicolás Maduro Moros, le da continuidad, ha hecho de la educación, en todos sus niveles, un Derecho Humano.
Por lo que haciendo realidad la defi nición constitucional de que el Estado venezolano es “un Estado democrático, de derecho y de justicia”, para saldar la deuda social con la juventud venezolana, a la cual a lo largo del régimen cuartorepublicano se le negó el acceso a la educación universitaria, por lo que, para dar cumplimiento a lo establecido en el Capítulo VI (De los Derechos Culturales y Educativos), de la Constitución Bolivariana, creó la Misión Sucre con el propósito de incorporar al sistema de educación superior y universitaria, a todos los bachilleres que tengan la voluntad de estudiar. La Misión Sucre constituye una de las acciones más trascendentes que se ha implementado en la transformación socialista de la sociedad venezolana.
La Misión Sucre es un programa de inclusión social, adscrito al Ministerio de Educación Superior, creado mediante Decreto Presidencial Número 2601, el 8 de septiembre del 2003. Entre sus fundamentos innovadores y como parte de la creación de las bases para la edifi cación del Estado Comunal, con la Misión Sucre se plantea “municipalizar la educación superior, orientarla hacia las regiones, las localidades, tomando como punto de referencia la cultura específi ca de las poblaciones con sus necesidades, problemas, acervos, exigencias y potencialidades”. Por lo que, “el plan educativo se concibe como un proceso de movilización social dirigido a garantizar la participación de todos y todas en la cultura y el conocimiento, a construir ciudadanía, generar comunidades de conocimiento, espacios fl exibles y accesibles para el aprendizaje permanente”. A pesar de su temprana edad, la Misión Sucre muestra exitosos resultados.
Así tenemos que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de la UNESCO, en su informe del año 2013 “ubicó a Venezuela en el segundo lugar de Latinoamérica y quinto en el mundo con mayor matrícula estudiantil universitaria”. Afirmando asimismo que “Venezuela cuenta con una matrí- cula estudiantil del 83% de su población”, con una matrícula estudiantil de 2.620.013 estudiantes, incluyendo 3.346 provenientes de pueblos indí- genas y 1.232 con discapacidad. Con la Misión Sucre la Revolución Bolivariana “conjuga una visión de justicia social con el carácter estratégico de la educación superior para el desarrollo humano integral sustentable, la soberanía nacional y la construcción de una sociedad democrática y participativa, para lo cual es indispensable garantizar la participación de la sociedad en la generación, transformación, difusión y aprovechamiento creativo de los saberes y haceres”.
El resultado de las acertadas políticas para alcanzar la justicia social bien se pueden ver en los siguientes datos comparativos entre el año 2000 y el 2014, demostrativos del mismo:
• Para el año 2000, la matrícula de estudiantes universitarios era de 894mil 418; para el año 2014, pasó a 2 millones 630 mil; incrementándose en un 294%.
• Se crearon 30 nuevas universidades y 44 programas nacionales de formación.
• Se otorgaron becas para más de 200 mil estudiantes a través de la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho (Fundayacucho) para estudios de pregrado y postgrado en Venezuela y otros países del mundo.
Igualmente es importante señalar que el Gobierno Revolucionario ha proyectado que para el año 2019, la matrícula de estudiantes universitarios en nuestro país alcanzará la cifra de 2 millones 900 mil cursantes. Logro que será posible porque la educación universitaria la concebimos como parte de un sistema integral para el desarrollo del país, formando parte inseparable de los 15 motores productivos de la Agenda Económica Bolivariana. No hay lugar a duda; la Revolución Bolivariana ha dignifi cado al máximo la educación pública nacional. Porque ahora Venezuela es otra.
Hugo Cabezas Bracamonte
Polítologo
@HugoCabezas78