Actualmente es Viceministra para la Igualdad y la No Discriminación del Poder Popular para la Mujer. Doctora en Ciencias Médicas, Instituto de Medicina de Kiev A.A. Bogomolets, Ucrania (1979). Ha realizado estudios sobre problemas de género, como: “Políticas públicas, pobreza y género”, Cem, UCV (2008); Curso internacional avanzado sobre derechos humanos y género, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad del Zulia (2007). Desde 2007 es asesora de la Presidencia del Inamujer (Instituto Nacional de la Mujer), en materia de salud y derechos sexuales y reproductivos de la mujer. Experta por la República Bolivariana de Venezuela ante el Comité de Expertas (Cevi) del Mecanismo de Seguimiento de la Convención Belém do Pará. Defensora especial con competencia nacional en las áreas de salud y seguridad social de la Defensoría del Pueblo (2003-2004). Conferencista nacional e internacional en materia de salud; derechos sexuales y reproductivos y género.
Asia Villegas Poljak es de vocación doctora en medicina y de pasión revolucionaria. Sus inquietudes sociales la han llevado a viajar por el ancho mundo y a recorrer las cuatro esquinas de nuestro país. El día de nuestro encuentro, la calle estaba convulsionada y poco antes se había celebrado en su oficina una rueda de prensa para explicar los detalles de una marcha nacional de mujeres, mientras los periodistas recogían sus equipos Asia nos atendía.
Síntesis ¿Cuéntenos de qué se trató esta rueda de prensa?
Asia Villegas Las mujeres de la Gran Caracas estamos convocando por la paz, por la vida, contra la guarimba, contra el terrorismo, contra la violencia terrible con que se ha querido caotizar la ciudad, estamos convocando por el derecho de los niños y niñas a asistir a clases, por el derecho al libre tránsito, a la educación, y por el derecho fundamental a la paz. Nosotras queremos plantarnos en la ciudad y decirles que no queremos más muertes, pero sobre todo pedirle a la Defensoría del Pueblo y al Ministerio Público, como parte del Poder Moral, que no queden impunes, pero que además se garantice el derecho a la paz y el derecho de los ciudadanos y las ciudadanas a condiciones amables, necesarias para el disfrute normal de la ciudad.
S. En todo este proceso que se está viviendo, incluyendo lo de la Constituyente, ¿cuál cree usted que es el rol de la mujer?
A.V. Estamos en un proceso constituyente que nació en 1999 y que aún no ha parado, ésta no es una coyuntura de la revolución, es la continuación de un proceso; eso es lo primero. Lo segundo sería decir que las mujeres, la demografía que nos agrupa, somos el 50,28% de la población, pero además en la población general –somos 30 millones de habitantes que conformamos 7 millones y medio de hogares–, 40% de estos tienen jefatura de mujer, y además un tercio de la población es menor de 18 años, y son responsabilidad de nosotras las mujeres esos menores de 18 años, porque por lo general son niños, niñas y adolescentes en nuestros hogares y nosotras tenemos el rol histórico del cuido del tejido social de los hogares, del cuido y la reproducción de la humanidad, y también somos las cuidadoras de la población de la tercera edad –en el país existen 4 millones de personas mayores de 55 años, de las cuales 3 millones ya están pensionadas.
Le quiero significar el rol de la mujer en la sociedad venezolana. Nosotras representamos, por ejemplo, el 70% de la matrícula universitaria, y todas las mujeres somos cien por ciento fuerza laboral, porque si no tenemos un trabajo remunerado, tenemos el trabajo del cuido de la sociedad, del cuido del hogar, que en el 78 Constitucional está descrito como un rol generador de riqueza a la sociedad, a la casa, al hogar, al país. Sin embargo representamos el 42% de la fuerza laboral que refl eja lo que es trabajo remunerado; entonces, históricamente tenemos roles propios asignados a nuestro género y tenemos nuestros roles en lo público. Pero además de eso somos protagonistas en el ejercicio de este nuevo modelo de democracia protagónica y participativa; en el ejercicio de los derecho civiles y políticos somos la vanguardia no sólo en la base comunitaria, donde tenemos un rol obvio, público, notorio y preponderante de participación, sino que además de eso también en todo lo que ha sido nuestro proceso emancipatorio y liberador. En este momento, la Constituyente es una nueva etapa de la revolución que nos convoca a todas las ciudadanas, porque ésta es una Constituyente feminista, así lo ha pedido el Presidente Nicolás Maduro. Pero también convoca a la juventud, a los estudiantes, y a nuestras mujeres indígenas que también han tenido un rol protagónico, no sólo en la lucha por la demarcación de la tierra, sino también en la lucha por sus propios derechos dentro de la cosmografía misma de la población indígena.
S. Me quería referir a eso precisamente, al rol de la mujer en esta nueva etapa que usted mencionó…
A.V. Sí, nuestro aporte es una agenda histórica de lucha de las mujeres, pero en primer momento, antes que esa misma agenda, es la participación en la Constituyente, para poder expandir los derechos consagrados en el texto constitucional, como por ejemplo el derecho a la paz, que es una de las cosas fundamentales que necesitamos para avanzar en el desarrollo del nuevo modelo económico y político del país; para que los logros que hemos alcanzado en términos de protección social se constitucionalicen, y me refiero con esto al sistema de Misiones, Grandes Misiones y Micromisiones. Por la necesidad imperiosa de expandir no sólo los derechos sociales ya protegidos por la vía de este Sistema de Misiones, sino alcanzar la paz y visibilizar las formas de violencia que hasta ahora el propio texto constitucional no concebía, como todo este terrorismo que vemos de algunos sectores de la extrema derecha radical que hostigan y exhortan a una injerencia, a una invasión, a una tendencia fascista oprobiosa.
S. ¿Usted cree que debe haber aportes o inclusiones en el texto Constitucional?
A.V. Sí, es importante, porque nuestro texto constitucional requiere desarrollar aún más algunos temas. Por ejemplo, el tema de la pluriculturalidad de la patria, de la identidad, de la venezolanidad es necesario desarrollarlo, no está en el texto constitucional desarrollado como es necesario. El tema del capítulo especial para la juventud, desde la diversidad de la juventud, desde los problemas y necesidades como el primer empleo, como el ejercicio del derecho a la vivienda, el acceso a las TIC, a la protección especial de la madre adolescente; son temas que no están. Hay otros temas también, que están en el Plan de la Patria hecho Ley, como por ejemplo el tema de la preservación de la vida en el planeta, de la protección de la biodiversidad, es necesario también expandirlo y desarrollarlo. Cuando decimos que queremos que la paz sea un derecho efectivo y además desarrollado en el texto constitucional, eso tiene que ver con la ampliación del sistema de justicia, y efectivamente la lucha contra la impunidad pasa porque se desarrolle en la Constitución un amplio capítulo sobre el sistema de justicia.
Los otros temas tienen que ver con los sectores que eligen sus vocerías. Hay un tema territorial donde fundamentalmente estamos las mujeres que tiene que ver con los Consejos Comunales, con los Comités de Igualdad y Equidad de Género, con las Comunas; que tiene que ver con toda la arquitectura del poder popular que se desarrolla en los territorios, pero además están los temas sectoriales, por ejemplo el tema de las trabajadoras; es un derecho que las trabajadoras tengan su propia vocería en el proceso constituyente, la participación con la agenda de lucha de las trabajadoras; la LOTTT nos ha garantizado a nosotras la estabilidad laboral, el derecho a la lactancia, a la maternidad, a las condiciones de medio ambiente, a los principios de equidad, pero hay que desarrollar aún más en el texto constitucional, la vocería de las trabajadoras.
Están las pensionadas, las mujeres de la tercera edad; el promedio de vida de las venezolanas y los venezolanos es de 75 años, pero a expensa de la mujer que sobrevive al hombre y vive, en promedio, hasta los 79 años; entonces tenemos una gran cantidad de mujeres de la tercera edad y además organizadas –mi mamá tenía que hacer colas en el poliedro de Caracas por unos talonarios, y hacer cola frecuentemente en la esquina de Santa Capilla, por una pensión írrita y penosa.
Están las campesinas y las pescadoras, porque hay campesinas y pescadoras que su trabajo en el ámbito de lo rural y en el ámbito de lo marino y la pesca lo ven como una extensión de su trabajo doméstico, y no es así; son productoras, son mujeres que forman parte de todo el proceso; por ejemplo, la mujer que arregla el pescado es parte de ese proceso de trabajo, así lo arregle en su casa. Están las mujeres empresarias con conciencia de patria, con conciencia de género, que apuestan a un nuevo modelo económico post-petrolero que debe ser un modelo económico productivo. Y también está un importante número de cultoras, mujeres productoras de la cultura, que vemos cada vez más desarrollando parte de nuestra identidad, en sus distintas expresiones culturales.
Y luego hay un sector de profesionales, que son las médicas y las enfermeras, que cumplen un rol importantísimo, el cuido de la humanidad desde las ciencias de la salud, fundamental en el proceso de salud, del vivir bien que va más allá del consultorio médico; estamos hablando del medio ambiente de vida para el libre desarrollo de la personalidad de los niños, las niñas y de la sociedad en general. Además son grandes los desafíos que nosotras tenemos en nuestra formación, de despatriarcalizar una de las ciencias más hermosas que es la ciencia médica.
S. Usted ha estado muy involucrada en el tema de la formación de la mujer, sobre todo de la juventud, lo que le hace tener un pulso de esa realidad. ¿Qué nos puede decir de eso?
A.V. Más que formar yo he aprendido muchísimo. Es impresionante el cúmulo de saberes, de conocimientos, la construcción del aprendizaje que las mujeres hemos tenido a lo largo de la vida de la humanidad, y en la geografía de nuestro país en concreto. Creo que una de las luchas más largas que ha tenido la humanidad es la lucha de las mujeres, pero también uno de los procesos más sabrosos, en términos de construcción de la emancipación y la liberación ha sido el de las mujeres.
Las guerras han puesto a los hombres frente a frente en distintos momentos históricos, pero nuestra lucha además de la más larga es una lucha de día a día. La humanidad cuenta los muertos que deja la guerra, pero cuántas mujeres podríamos sumarle que han muerto víctimas de violencia género, o por violencia obstétrica, o por inducción del suicidio, o por femicidio; esas cuentas nos las debemos, esas cuentas y esos cuentos son una mora de la humanidad con nosotras las mujeres. Pero a la par ese proceso de denuncia, ha sido un proceso de formación, de aprendizaje y construcción de conocimiento, de saberes, y de reconocimiento. Es grande la cantidad de mujeres que hoy asumen lo público; nosotras empezamos a votar en este país en 1936, pero votamos por los hombres; hoy, en este modelo de democracia donde no hay representatividad sino participación protagónica, nosotras queremos votar por nosotras, pero sobre todo cuando nosotros y nosotras tenemos perspectiva de gé- nero, tenemos conciencia de la despatriarcalización del Estado, cuando tenemos conciencia de la necesidad de construir nuevas masculinidades para nuestros hombres, víctimas también del machismo, del patriarcado.
En efecto, yo he recorrido el país, desde Parima hasta las zonas del Zulia, cercanas a las comunidades wayuu, y mucho tiempo estuve visitando el Delta, cuandoestaba en la Defensoría del Pueblo, y mi trabajo en PdvCaribe me llevó a Centro América y el Caribe, y me adentré en el mundo de las mujeres haitiana y de las luchas en general del pueblo haitiano, y lejos de creer que he formado creo que he aprendido muchísimo y que ese andar más bien me ha formado a mí.
S. Se conocen muchos grupos feministas que levantan su voz con el tema tabú de la despenalización del aborto, algo que afecta enormemente la vida de las mujeres ¿cuál su posición al respecto?
A.V. En mi condición de viceministra, de la Mujer, quiero decirle que el derecho a decidir está contemplado en el texto constitucional, eso es lo primero. Las mujeres podemos decidir el número de hijos e hijas queremos tener y los intervalos entre ellos y el Estado tiene que garantizar las políticas de planificación familiar; el acceso a los anticonceptivos, sean orales, sean mecánicos, etcétera, me refiero a los dispositivos intrauterinos, a los implantes subcutáneos.
S. ¿Cómo visualiza usted a la mujer revolucionaria de hoy ante estos nuevos desafíos?
A.V. Una de las cosas más importantes de este momento es que tenemos absoluta conciencia de la necesidad de ganar la Constituyente para la paz y de que somos determinantes en esta nueva etapa, porque somos madres, hermanas, tías, también de aquellos que están expuestos a una violencia terrorista, fascista. Esos jóvenes que vemos en esos actos que no son protestas sino actos terroristas, irracionales, absolutamente violentos, y que además muchos han expuesto su cuerpo en un acto de vulnerabilidad a su dignidad a su honorabilidad, son hijos o hermanos o nietos de alguna mujer. Creo que nuestro rol en la construcción de la paz es fundamental, como va a ser también fundamental en la construcción de una salud mental necesaria para recuperar a sectores de la población que han sido víctimas de esta guerra no convencional que se adentra en la psiquis de sectores más vulnerables –no vulnerables económicamente, sino en términos de conciencia de clase, de conciencia patria–. Una guerra que tiene como espacios de acción las redes, los medios; que se expresa en formas cotidianas y profundamente subjetivas. No les hace falta un tanque de guerra, balas, derramamiento de sangre, cuando pueden destruir la cantera de ciudadanos y ciudadanas a través de sus mentes. Tenemos una pirámide poblacional que viene cambiando, tenemos lo que llaman un bono generacional de jóvenes que hoy sustentan la demografía del país, entonces esa guerra de cuarta generación está dirigida exactamente a la juventud, que es la cantera de republicanos y republicanas que apuestan por la construcción de un país, de una sociedad, de un Estado justo, socialista, feminista, de paz. Realmente alarman los resultados de la irracionalidad que vemos en las avenidas, de esos seres que creen que están protestando –yo recuerdo que cuando protestábamos en el liceo eran otras las formas de protestar, y quienes decidieron otros destinos asumieron la lucha guerrillera, por ejemplo. Preocupa mucho la sanidad mental de estos jóvenes.
S. Tuvimos oportunidad de enterarnos en los medios del centenario del nacimiento de Cruz Villegas y del libro publicado en su memoria. Háblenos un poco de este venezolano tan fuera de lo común.
A.V. El lanzamiento de ese libro fue el año pasado, en una edición reducida. El libro incluye su primer libro de poemas editado hace unas décadas, y un poemario inédito. Mi padre, que fue obrero constructor, dirigente sindical, es un referente ético y moral, un hombre incorruptible y además muy bondadoso. Frecuentemente recibo algún cuento o anécdota sobre mi padre, de alguna persona que lo conoció -en el Amazonas lo conocieron, en el Zulia, en los Andes, etcétera-, que muestra la generosidad y la bondad de un hombre profundamente humilde y profundamente culto, a pesar de que mi papá terminó la primaria bastante tarde, fue un hombre autodidacta y un lector incansable.
S. Y de él le viene a usted y a sus hermanos esa inquietud social…
A.V. Sí, pero no solamente él. Creo que él tuvo una gran fortaleza que fue mi madre quien era la primera crítica y lectora de todos sus escritos y documentos. Y la resistencia política que lo caracteriza a él fue por la fortaleza de mi mamá; creo que cuantas veces estuvo preso, cuantas veces fue torturado él tenía la certeza y la confianza absoluta de que mi madre nos estaba criando y que tenía el apoyo de ella en esa acción política de mantenerse valiente y digna. Para mí fue complejo, yo me fui a estudiar a la Unión Soviética casi cumpliendo los 18 y algunas veces nos vimos por allá y para mí era sorprendente ver como ese hombre humilde que veíamos agarrar una camionetica para ir a la CUTV, la Centra Única de Trabajadores, que quedaba en la esquina de Velázquez en la avenida Lecuna, era recibido en Alemania o en la extinta Unión Soviética con aquel respeto y aquel reconocimiento, porque tenía el respeto de la clase obrera del mundo.
En la casa recibimos tanta gente que mi papá recibió, no nos sobraba la comida pero donde comíamos los ocho muchachos y muchachas y mis padres, comía siempre un décimo o un noveno. Tuvieron gente exiliada de Argentina y Chile que llegaron a nuestras tierras y mi papá les abrió las puertas de la casa. Como también a algún camarada que tuviera alguna situación económica. No me sorprendía conseguir gente en la casa viviendo, y visitaron esa casa de Coche que él mismo construyó, delegaciones del más alto nivel de muchos países.
Creo que lo que nosotros somos sencillamente es el mandato ético con el que crecimos con mi papá y mi mamá; ser hijos e hijas de Cruz Villegas representa un compromiso, y es una pelea profundamente difícil, en términos de que no se nos está perdonada la más mínima acción que humille su honor, y todos y todas hemos hecho el mayor más grande de todos los esfuerzo por ser dignos hijos e hijas de Cruz Villegas.
María Guevara y Mauricio Martínez