Hoy se viven en nuestro país momentos convulsos marcados además por la polarización política y particularmente en la acción, en donde la violencia ha cobrado víctimas en escenarios de calle convocados por la oposición venezolana protagonizados principalmente por jóvenes venezolanos. Pero por otro lado nos encontramos con una realidad en donde parte de la juventud venezolana se ha mantenido firme a sus proyectos de vida en distintos ámbitos, como por ejemplo en lo deportivo, en lo estudiantil, en lo productivo, y apuesta por sobrellevar las situaciones adversas del país. El equipo de Síntesis, conversó con Jacqueline Montes, experta en opinión pública, sobre cómo ha afectado a las juventudes el fenómeno de la polarización y según sus estudios y análisis por qué nos encontramos con jóvenes que por un lado son los actores principales de diversas manifestaciones no pacíficas y por otro, un generación que apuesta por avanzar en los distintos ámbitos de la sociedad venezolana.
Síntesis. ¿Hay polarización en el país? ¿Qué dicen los estudios?
Jacqueline Montes. Si partimos de entender la polarización política como el fenómeno social en el cual en palabras de Sartori (1985)1 “las fuerzas giran en torno a dos polos frecuentemente definidos en términos ideológicos”, es claro que en Venezuela existe polarización. El problema está cuando entendemos al que piensa diferente como enemigo. Hablamos de autoubicación en un extremo frente a otro opuesto. La sociedad venezolana ha vivido un proceso de politización intenso, desde la llegada de la Revolución Bolivariana al poder. Mucha gente de las clases más desfavorecidas que desconocía sus derechos más básicos, no sólo aprendió que los tenía, sino que se apoderó de ellos, se educó y hoy los exige. Hizo suya una Constitución, e internalizó su condición de ciudadana. Eso, ya de por sí, saca a la luz una lucha histórica, la lucha de clases, ésa que se da entre aquellos que no sabían que tenían derechos y ahora los reclama, y aquellos que convenientemente los mantenían en la ignorancia. La figura de Hugo Chávez encarnó el sentimiento de un pueblo oprimido que se hizo Poder, y en torno a él de la misma manera que se aglutinaban quienes veían proyectada en su figura una versión mejorada de sí mismos, también se aglutinó por otra parte un sector que vio amenazados sus intereses ante la emergencia de un proyecto emancipador. No es posible entender la polarización venezolana sin señalar el contexto. Chávez a su vez fue el producto de una crisis política y social que se gestó a la luz de la exclusión de muchos y los excesos de unos pocos, herencia de lo que hoy nos acostumbramos a llamar la Cuarta República. Él encarnó la reivindicación de los excluidos de entonces, y dicen los estudiosos del fenómeno, que toda polarización nace de una exclusión. La historia reciente de la sociedad venezolana se puede reconstruir entonces como la sucesión de intentos de los factores dominantes por derrocar el proyecto bolivariano y lo que él encarna, es decir, la pugna entre dos visiones, ambas con sus seguidores. La política se instaló en todos los espacios de la vida cotidiana, y con ella los puntos de vista diferentes. El problema grave de la polarización surge cuando se produce la negación del otro, que desencadena en el reforzamiento de los estereotipos, en la deshumanización del distinto, que lleva a despojarlo junto con su condición de ser humano de todos sus derechos, allí tenemos un gran caldo de cultivo para la violencia. En Venezuela existe una manifi esta y clara polarización política: por un lado el chavismo, y por otro la oposición. Sin embargo, si me preguntas sobre lo que dicen los estudios, y al respecto puedo señalar que los resultados de encuestas de diferentes fi rmas venezolanas de investigación social demuestran que si bien se encuentran dos grupos ideológicos bien marcados, en los últimos años producto de la crisis, (agravada con el fallecimiento del Comandante Chávez) se ha ido produciendo una importante migración de los extremos hacia una especie de centro. Esto encuentra su explicación en dos hechos fundamentales: por el lado de los opositores, la falta de un proyecto real, junto a la ausencia de un liderazgo que aglutine, guíe y canalice las inquietudes de quienes adversan al Gobierno empuja a los más moderados a desmarcarse de los únicos rostros visibles, en su mayoría con posiciones radicales. Por el lado del chavismo, la migración del polo se produce principalmente por el descontento que ha generado la crisis. El grupo ideológico que más crecimiento ha tenido en los últimos tiempos, señalan todos los estudios, es el de los llamados ni-ni. Ahora, es importante aclarar que a la hora de una elección, este grupo toma parte con alguna de las opciones (entre las cuales puede estar la abstención o el voto castigo), y es para persuadirlos a ellos que se diseñan las campañas.
S. ¿Es posible definir la heterogeneidad de la juventud venezolana en unas cuantas características? O dicho de otro modo ¿Qué semejanzas y qué diferencias estamos viendo en la juventud que apoya al Gobierno y quienes le adversan?
JM. En el año 2013 se realizó la II Encuesta Nacional de Juventudes con resultados interesantes2. De la revisión de éste y otros trabajos y la experiencia resultante del trabajo con Focus Group, exclusivamente de jóvenes, que tuve la oportunidad de llevar a cabo hace un tiempo, puedo afirmar que hay más coincidencias de las que a simple vista uno imagina. Venezuela es un país que según datos oficiales para el año 2015 ya contaba con 20.318.8703 habitantes en edad productiva entre los 15 y 64 años de edad (un 66,36% del total de su población estimada en 30.620.404 personas), de los cuales 7.978.677 son jóvenes con edades entre los 15 y 29 años de edad (es decir, un 39,27% de la población en edad productiva es menor de 30 años), de acuerdo a las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística. Si además, tomamos en cuenta que el Artículo 64 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela consagra como elector o electora a todo aquel venezolano o venezolana que haya cumplido los 18 años de edad, estamos hablando que para el año 2015 en el país hay 6.841.393 (proyección del INE) potenciales electores con edades entre 18 y 30 años de edad, lo que representa más del 35% de un padrón electoral estimado en 19.496.365 electores y electoras, donde los porcentajes de participación en los eventos electorales de carácter nacional en los últimos años ha sobrepasado el 70% (Consejo Nacional Electoral, 2015); de allí el peso trascendental que juega la juventud venezolana y su opinión en el futuro del país.
Un elemento común es la politización de la juventud, la cual se expresa en su interés por la política y el arraigo de los valores democráticos, los jóvenes se asumen protagonistas y participan, da cuenta de ello que el 50,5% afirma haber asistido a manifestaciones principalmente políticas, y en las elecciones del año 2013 la participación de los jóvenes entre 20-24 años fue de 74,7%, siendo mayor en el sector entre 25-30 donde llegó al 85,8%. Los jóvenes no están dispuestos a negociar su derecho a incidir en su futuro a través del voto.
Todos coinciden en la percepción de que el país atraviesa una crisis, pero sus reacciones e interpretaciones se ven influidas por su orientación ideológica. No obstante hay coincidencias en la forma en que perciben algunos problemas. Independientemente de su ubicación ideológica, les preocupan mucho la situación económica (inflación, desabastecimiento de alimentos y medicinas) y la inseguridad.
Coinciden también en algunas de las causas con las que explican la crisis: los jóvenes de todas las ideologías señalan por igual la falta de control y seguimiento a las políticas públicas, la corrupción y los intereses particulares de los políticos frente a los intereses de la gente, la falta de justicia y la crisis de valores de la sociedad en general. Comparten como influenciadores de su interés por la política el entorno familiar y la experiencia de haber vivido la presencia de Hugo Chávez, incluso para quienes le adversan, quienes no dudan en reconocer el poder y la influencia carismática del líder, en todos los aspectos de la vida social y política de los venezolanos.
Como indicaba antes, la forma de enfrentar la crisis es un elemento que los diferencia. Para quienes adversan al Presidente Nicolás Maduro, aparecen adicionalmente como causas de la crisis, la falta de memoria política del venezolano, el fanatismo de los chavistas. Por su parte, quienes acompañan al proyecto bolivariano, reproducen parte del discurso oficial al señalar a la derecha venezolana, la caída de los precios internacionales del petróleo y la guerra económica como causas adicionales de la crisis, al tiempo que reconocen los efectos de la dependencia del modelo rentista.
Un elemento adicional, común a los jóvenes de hoy, es el empleo que le dan a la tecnología. La llamada generación de los millenials (nacidos a partir de 1980) y los de la Generación Z o postmillenials (nacidos de 1994 en adelante), entran en la categoría de los llamados nativos digitales, que crecieron comunicándose, entreteniéndose e informándose de una manera notablemente diferente a la de las generaciones que les antecedieron. En Venezuela, país con un índice de penetración de internet (aunque de poca velocidad en relación a otros países) superior al 61%, y donde según cifras oficiales de Conatel (2016) de los aproximados 30 millones de celulares que hay en el país la mitad son smartphones, las redes sociales, la mensajería instantánea, los canales de streaming, en fin, la imagen, la multipantalla, la inmediatez son elementos que conforman un entramado de códigos propios de esta generación.
S. Tradicionalmente las protestas juveniles, en especial las estudiantiles, han estado marcadas históricamente por ser luchas de reivindicación anti sistema o anti colonización o anti dictadura, ¿cuáles son los resortes que activan la protesta contra el gobierno de Nicolás Maduro?
JM. En 2014, el 12 de febrero los jóvenes salieron acudiendo al llamado de “La Salida”, realizado por algunos líderes de la oposición venezolana. Cuatro meses de protestas y un saldo de 43 víctimas fatales no permitieron identificar una causa diferente a la demanda de la salida del poder del Presidente Maduro. Varios de los jóvenes que hoy ostentan la condición de diputados, que formaron parte de las protestas de 2014, dieron sus primeros pasos en las protestas de 2007, aquélla vez bajo la bandera de oponerse a la salida del aire del canal de televisión RCTV, a causa de la no renovación de su concesión, sin embargo el tema de fondo era ser oposición al entonces gobierno de Hugo Chávez. Desde el 1 de abril de 2017, se dio inicio a una agenda de calle, esta vez bajo variadas consignas, quizá la más repetida es la de “No más dictadura”, para nuevamente solicitar la salida de Nicolás Maduro, con una importante participación de jóvenes. Lamentablemente en ninguno de estos tres momentos, recientes, donde la juventud opositora ha tomado protagonismo, vemos presentes protestas como las que comentas. Ciertamente son protestas contra el stablishment, pero en este caso, uno que justamente busca garantizar a las mayorías lo que el sistema capitalista les niega, por tanto, no encontrarás protestas por reivindicaciones como las del pasado, que si el acceso a las universidades, que si por la gratuidad de la educación, o por el pasaje estudiantil, porque los jóvenes de hoy tienen cubiertas esas y otras garantías, porque el stablishment contra el que estos jóvenes opositores protestan ha tenido como objetivo que esas deudas sociales y luchas históricas sean saldadas. Pudiéramos verlo, si se quiere como una vanguardia joven en defensa de sus intereses de clase (al menos de ella forman parte sus líderes), unos de sectores económicos minoritarios para los cuales el proyecto bolivariano resulta una amenaza, por tanto el exceso de propaganda y la ausencia de discurso de fondo, porque las razones de fondo, al igual que el proyecto de la oposición, resulta impresentable, al menos para la mayoría que sabemos está compuesta por la población de menos recursos económicos. No pongo en duda la sinceridad con la que muchos jóvenes abrazan las banderas de lucha que sus líderes les han vendido, pero como estudiosa de la Comunicación Política, si algo uno pierde es la ingenuidad, una está clara que detrás de los discursos con los que los convencen la mayoría de las veces lo menos que hay es sinceridad, muchos, en su caso, provienen de agudos laboratorios.
S. ¿La juventud venezolana participa políticamente?
JM. Respecto a la participación política de la juventud vivimos tiempos donde los jóvenes han asumido el protagonismo de los procesos de los cambios que quieren impulsar. Y esto se ha visto impulsado además por un marco jurídico que le ha reconocido al joven su lugar, la Ley Orgánica de los Consejos Comunales, por ejemplo, le garantiza su participación a partir de los 15 años de edad. Cuentan los jóvenes con una Ley para el Poder Popular de la Juventud, y una Ley para la Juventud Productiva, entre otros instrumentos, que es tarea de estos muchachos y muchachas concretar en realidades.
A excepción de los jóvenes que se autodefinen ni-ni, que rechazan los partidos y a sus representantes, los jóvenes politizados no tienen reparo en asumirse como militantes (mayormente los chavistas), o simpatizantes (mayoritariamente los opositores), se definen más simpatizantes de la llamada unidad que militantes de un partido político. Eso habla mucho de la conciencia y el compromiso de la juventud con las riendas de la sociedad.
S. ¿Qué tipo de líder o liderazgo está esperando esta juventud? Tanto la que adversa como la que apoya al gobierno bolivariano.
JM. Hay atributos comunes que desean los joven independientemente de su posición política: honestidad, valores, preparación (conocimiento) y capacidad de trabajo en equipo. Por su lado los jóvenes que apoyan al gobierno bolivariano esperan de un líder ideal que tenga mano dura, que sea chavista, que sea educador del pueblo y que proteja al débil, pudiéramos decir que esperan otro Chávez. Por su parte comparten con los ni-ni el deseo de que sea responsable. Los jóvenes opositores aspiran un líder gerente y capaz, que no sea militar, que haga más y hable menos, y que escuche propuestas. En común con los chavistas comparten el deseo de un líder además integrador; y con los ni-ni comparten la esperanza de que sea transformador y tenga experiencia. Las características que señalan los ni-ni exclusivamente incluyen carisma, humildad, juventud y que piense más en la gente que en sus intereses personales, pudiéramos decir que estos jóvenes mayormente decepcionados de las opciones, esperan a alguien que los re-enamore.
S. Con respecto al modelo económico o político ¿qué opina la juventud?
La validación de modelos de sociedad solidarios e incluyentes es un elemento compartido por el 60% de los jóvenes que piensa que el socialismo es el mejor sistema económico (II Enjuve-2013); frente a un 20,1% que lo rechaza y ve como opción al capitalismo, en este caso la mayoría de quienes sostienen esta posición son muchachos provenientes de los sectores sociales A y B, lo cual no resulta sorprendente, dado que los jóvenes no escapan a la influencia de los intereses de clase, como comentábamos antes.
Sin embargo, los trabajos con Focusgroup nos permiten asomarnos a los matices de las opiniones. Encontramos que los jóvenes chavistas que aprueban el modelo socialista tienen una clara conciencia de la necesidad de superar el modelo económico rentista, dependiente del petróleo, y apuntan con urgencia al desarrollo de la capacidad productiva del país que permita garantizar la sostenibilidad en el tiempo del modelo bolivariano, la suya no es una opinión acrítica, por el contrario, ven y señalan los errores, pero son optimistas en su capacidad para corregirlos. Los jóvenes opositores por su parte, los más politizados, rechazan el modelo actual por encontrarlo como limitante de sus oportunidades de desarrollo, de crecimiento, defienden el modelo capitalista y desean ser reconocidos por sus méritos, pero dan muestras de una mayor conciencia de la responsabilidad social, pues entienden que los modelos que se alejan de las necesidades de las mayorías generan brechas sociales que pueden terminar en revoluciones como la que ellos conocen y rechazan.
S. ¿Cómo se explica que en un momento donde la juventud venezolana ha conseguido tantos logros históricos, por ejemplo, la selección venezolana de fútbol Sub 20 masculino y sub 17 femenino, Yulimar Rojas, Rubén Limardo, Yoel Finol, Alejandra Benítez, Robeilys Peinado, Sistema de Orquestas Juveniles, etc., exista otra cara que asegura que el Gobierno no ha hecho nada por la juventud? ¿Cómo explica usted este fenómeno?
Desde mi opinión particular hay varios factores que influyen, pero todo está mediado por la comunicación. Hay que comenzar por aclarar que posiblemente ninguna generación de jóvenes había estado nunca antes tan expuesta a tanta información por segundo como ésta: cualquier mensaje dirigido a la juventud, hoy en día compite con millones de mensajes provenientes de múltiples fuentes, en un mundo de lo efímero, de la actualización permanente, de lo inmediato; y a eso tienes que sumarle la coyuntura política y económica que atraviesa nuestra Nación. Entre las preocupaciones cotidianas y el bombardeo de estímulos, comunicar un mensaje y que éste llegue al joven, se convierte en un juego de estrategia y sensibilidad, pues cada día es más compleja la batalla por su atención. Entonces, la forma en que el Gobierno busca comunicarse con los jóvenes es un factor determinante en la forma como será percibido, y un tema generacional media allí. Que tu mensaje llegue, implica que antes que nada capte la atención de tu público objetivo, y para ello es importante un conocimiento profundo de sus intereses, de cuáles son sus preocupaciones y aspiraciones. Luego es importante poder plasmar ese mensaje en los códigos, la estética, símbolos, propios de la juventud, y transmitirlo a través de sus medios. Ahora, que además te recuerden, sólo es posible si lo que transmites conmueve, identifica, es importante para quien lo recibe. La política comunicacional del Gobierno Bolivariano poco diferenciada, muchas veces panfletaria, en una sociedad polarizada que te lleva a rechazar lo que venga del otro, y además en competencia con una industria mediática muy profesional enfilada a los jóvenes, no ha logrado posicionar los logros en la mente de nuestros jóvenes como un producto de la gestión, no al menos en los sectores que no comparten el proyecto bolivariano. Es necesario escuchar a la juventud, sentirla, sufrir y reír con ella para poder conectar con sus emociones, pero más necesario es entender que de no hacerlo, igual será la juventud ese sector mayoritario que incline la balanza en cualquier proceso electoral por venir.
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Por María Guevara y José Negrón Valera