La negociación de acuerdos regionales o bilaterales de libre comercio está en la agenda de las relaciones económicas internacionales de América Latina y el Caribe (ALC). ¿Cuáles son las claves de estos acuerdos, las oportunidades y amenazas que representan, el estado actual en el que se encuentran?
Hay acuerdos bilaterales y multilaterales que van desde la creación de uniones aduaneras hasta la liberalización de todo el comercio recíproco. Unos son intrarregionales –solo entre países de ALC–, y otros son interregionales porque incluyen a países de otros continentes. Los bilaterales suelen ser considerados acuerdos poco profundos, pues sólo persiguen la eliminación de aranceles o el otorgamiento recíproco de preferencias arancelarias, mientras que los intrarregionales e interregionales son acuerdos más profundos.
El multilateralismo fue impuesto por la supremacía que logró la potencia estadounidense luego de fi nalizar la Segunda Guerra Mundial, en la que las otrora potencias europeas terminaron devastadas. Los acuerdos multilaterales, además de la liberalización del comercio a través de la eliminación de aranceles y de las barreras para-arancelarias, también contemplan los subsidios agrícolas, las compras gubernamentales, la inversión extranjera, el comercio de servicios, la propiedad intelectual y la solución de controversias. En todas y cada una de estas áreas se ha venido tejiendo una compleja gama de normas que se suman a los compromisos asumidos en los acuerdos multilaterales de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pero con el prolongado debilitamiento económico de EEUU frente a China, la Unión Europea y Japón, la Administración Trump retoma el proteccionismo para fortalecer la economía estadounidense y recuperar su preeminencia.
Oportunidades y amenazas para América Latina y El Caribe
Cerca del 50% de los flujos comerciales globales ocurre entre países que tienen entre sí preferencias y refleja la creciente importancia de los acuerdos regionales. En América del Sur, desde la CAN y el Mercosur se negocian en bloque Tratados de Libre Comercio con terceros. De especial interés para ALC son los tratados comerciales con EEUU, Unión Europea y China, pero la región carece de un enfoque común con respecto a los acuerdos comerciales con terceros países, debido a las diferencias en las políticas económicas y estrategias de sus gobiernos.
Estos acuerdos se traducen en un creciente grado de liberalización del comercio intrarregional de bienes. Los países más activos en su negociación son los que tienen modelos más abiertos al comercio y las inversiones, como México, Colombia, Chile y Perú. Otros países privilegian el mercado interno y la protección de la producción nacional, por encima del acceso a los mercados externos, como son los casos de Bolivia, Ecuador y Nicaragua. En una posición intermedia están los países de Mercosur que, aunque aplican políticas de apertura e integración comercial, preservan la Unión Aduanera y cuidan mucho su mercado ampliado como factor clave en su estrategia de negociaciones comerciales con terceros países o bloques.
Venezuela cuestiona los acuerdos de libre comercio pero ha mantenido por catorce años una tasa oficial sobrevaluada que estimula toda clase de importaciones que compiten ventajosamente con la producción nacional. La sobrevaluación generó efectos contradictorios con los principios que animaron la lucha contra el ALCA y los TLC, a través de los cuales las transnacionales pretendían imponer de una vez y para siempre el imperio del libre mercado y liquidar así cualquier forma de intervención estatal para proteger las economías más pequeñas y débiles.
Del neoliberalismo del ALCA al neo-proteccionismo de Trump
El ALCA representó la más seria amenaza de la Administración Bush para imponer a los gobiernos y países de ALC una política comercial y una Constitución supranacional que respondiera a los intereses de las transnacionales estadounidenses. Mientras que el Acuerdo Transpacífi co de Cooperación Económica (TPP) fue la estrategia de Obama para fortalecer el liderazgo de EEUU en Asia y frenar la creciente infl uencia de China.
A diferencia de los acuerdos multilaterales de libre comercio impulsados por Bush y Obama, con Trump el unilateralismo está de regreso. Con su retórica populista de derecha, cuestiona que durante décadas se haya “enriquecido a la industria extranjera a expensas de la industria estadounidense”, que “una por una, las fábricas se cerraron sin siquiera pensar en los millones de trabajadores estadounidenses que quedaron atrás”. En un giro de 180 grados, ahora Trump plantea que “la protección nos conducirá a una gran prosperidad y fortaleza”, que se deberán “proteger las fronteras de los estragos de otros países que fabrican nuestro productos, robando nuestras empresas y destruyendo nuestros trabajos”, desconociendo que fueron precisamente las transnacionales gringas las que instalaron sus maquilas en países de ALC, mudaron sus plantas a China y otros países del sudeste asiático e implantaronla práctica del outsourcing para reducir los costos laborales y aumentar sus ganancias. La flexibilización laboral en los países emergentes fue la estrategia para la explotación del trabajo por el capital transnacional, y del saqueo de la riqueza del sur por parte de las grandes potencias del norte.
China celebra la decisión de Trump
Como se sabe, Donald Trump firmó la orden ejecutiva para retirar a los EEUU del TPP, el cual fue catalogado por Beijing como el brazo económico de la estrategia geopolítica de Washington para garantizar su dominio en la región, toda vez que involucraba a doce países que concentran el 40% del PIB mundial y un mercado de 800 millones de habitantes: EEUU, Canadá, México, Perú, Chile y siete países de Asia Pacífi co: Australia, Japón, Malasia, Vietnam, Brunei, Singapur y Nueva Zelanda. Ahora, el gobierno chino celebra la decisión de Trump de retirarse del TPP, toda vez que le despeja el camino para consolidar su infl uencia en el sudeste asiático y seguir incursionando en América Latina.
El principal atractivo para la mayor parte de estos once miembros del TPP eran las oportunidades de comercio que se abrirían con EEUU. Según la Secretaría de Economía de México, a través del TPP la economía azteca podría exportar más de 150 millardos de dólares en cinco años hacia otros países del súper bloque. Sin embargo, un estudio del Banco Mundial publicado en 2016 proyectó que Vietnam y Malasia serían los países más favorecidos con aumentos de su PIB de 10% y 8% respectivamente para 2030, mientras que los beneficios para los países de ALC serían menores, ya que terminarían desplazados por los competidores asiáticos en el mercado estadounidense.
La salida de EEUU del TPP le cambia a ALC el tablero de los tratados comerciales y obliga a relanzar los esquemas regionales como CAN, Mercosur e incluso Unasur. Lo más probable es que las normas acordadas dentro del TPP sean asimiladas por los tratados bilaterales entre los países que participaron en la negociación. De hecho, el gobierno de México anunció que buscará fi rmar acuerdos bilaterales con los países del TPP, la Cancillería de Chile señaló que también promoverá acuerdos comerciales con China y Corea del Sur, mientras que el Ministerio de Comercio Exterior de Perú retomará las negociaciones bilaterales, en caso de que el TPP no avance más debido al retiro de los EEUU.
China aprovechará el golpe de gracia que Trump le propinó al TPP para profundizar su incursión en la región con una oferta de acuerdos económicos y comerciales que se basan en endeudar a los países latinoamericanos. El gigante asiático les desembolsa fondos para financiar proyectos con un alto componente de origen chino, y luego los países latinoamericanos quedan obligados a pagar la deuda con la entrega a futuro del petróleo, los minerales y las materias primas que demanda la gran manufactura del mundo.