La entrevista al presidente de Fedecámaras, Francisco Martínez, publicada en esta tribuna en su edición N° 3, el máximo representante del sector empresarial privado del país, expone un conjunto de claves sobre la trama económica y política actual. A la luz de la expo-Venezuela Potencia 2017, y atendiendo a lo que Martínez opina en la entrevista, muchos son los temas de interés en el sector económico que se pueden desenmarañar. A continuación un breve paseo por el centro de gravedad económico que redefine actualmente el mundo empresarial venezolano.
La coyuntura económica constituye un elemento estratégico de la trama política que actualmente vive el país. En ese marco signado por el conflicto y los forcejeos en distintas áreas de la vida nacional, con especial énfasis en lo económico, el sector privado venezolano toma el papel de centro de gravedad.
A medida que se desarrollan los acontecimientos políticos (ineludiblemente vinculados a la economía), marcados por un aumento en la conflictividad política e institucional, a lo interno del para nada homogéneo y uniforme sector empresarial venezolano se reproduce el mismo clima.
La Expo Venezuela 2017, no sólo marca en términos generales un distanciamiento de importantes capas del empresariado nacional con organizaciones tradicionales y ciertamente hegemónicas, debido sus vinculaciones con fuertes segmentos del capital extranjero. En paralelo, también devela mitos y taras discursivas (y sobre todo operativas) que intentan ubicarse como piedra de tranca para el desarrollo económico del país, barreras que intentan impedir la construcción de nuevos puntos de equilibrio entre actores y factores empresariales con respecto al Estado venezolano y su papel en la economía.
La Expo Venezuela 2017, como plataforma de estímulo financiero al sector privado en áreas vitales para la economía nacional y ente coordinador de medidas con amplios sectores del capital privado grande e intermedio (en conjunto con el Consejo Nacional de Economía), con vocación productiva y exportadora, al mismo tiempo que plantea rediseñar el mapa de actores empresariales que hacen vida en el país (su peso de decisión y sus márgenes de influencia), deja en entredicho lo que desde el sector privado tradicional se ha entronizado como impedimento para la recuperación económica de la nación venezolana.
El diálogo tripartito propuesto por Fedecámaras
En múltiples oportunidades la alta directiva de Fedecámaras (encabezada por Francisco Martínez) ha recalcado la importancia de que Venezuela asuma, al igual que durante la década de los 90 como lo hicieran los gobiernos del Pacto de Punto Fijo, la herramienta de los diálogos tripartitos propalada desde la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Aunque si bien la legislación internacional que orbita alrededor de la OIT sugiere a sus Estados miembros tomar parte de este tipo de mecanismos, ofreciéndoles además asistencia técnica, tampoco es cierto que el Estado venezolano esté obligado a instrumentarlo. La OIT ofrece recomendaciones y sugerencias para encausar conflictos en materia laboral y sindical con sus empleadores.
Pero más allá de lo que en términos de memoria reciente podríamos apelar (en cómo bajo esa plataforma los derechos y reivindicaciones de los trabajadores venezolanos fueron vejados al extremo), la presión porque sean retomados los diálogos tripartitos está basada en un factor de medición internacional, que por cierto poco tiene que ver con los derechos del sector sindical.
Que un Estado adhiera este mecanismo para sus negociaciones económicas de gran calado, signifi ca, en términos de mediana penetración, que el sector privado es reconocido, sus inversiones respetadas y la economía del país estable. Sin embargo en Venezuela el diálogo entre empleadores y empleados es constante, el nivel de sindicalización alto (uno de los mayores de Latinoamérica), las contrataciones colectivas se fi rman bajo amplias reivindicaciones salariales y las políticas económicas tienen respaldo en amplios sectores del sector privado, respetando así las normativas de la OIT.
Fedecámaras utiliza sus vinculaciones con la OIT (debido a su trayectoria Fedecámaras es reconocida por esta organización global como la agrupación hegemónica del sector empresarial venezolano) como vía de presión para que el Estado venezolano la incluya como parte negociadora en decisiones económicas estratégicas. Fedecámaras desde hace años ha recalcado que la inversión social que realiza el Estado venezolano hacia amplios sectores de la población es negativa, y que éste debería tomar medidas (flexibilización laboral, derogación de la Ley del Trabajo, reducción de subsidios a alimentos y medicinas, etc.) que favorezcan a sus empresas afi liadas, en menoscabo de los estímulos financieros dirigidos a grandes segmentos de la población venezolana.
El tema del (nuevo) Dicom y la sustitución de importaciones
Fedecámaras por constitución e historia representa a grandes sectores industriales ligados íntimamente con la dependencia importadora y tecnológica, y por ende a la utilización de las divisas generadas por el Estado venezolano por concepto de exportación petrolera como motor de acumulación de riquezas y transnacionalización del aparato económico nacional.
Fedecámaras nació en un momento histórico donde amplios sectores del capital nacional en Lationamérica (década de los 50), como los casos del brasileño, argentino y mexicano por destacar los más resaltantes, libraran en una encarnizada lucha contra el capital monopólico extranjero (principalmente de origen británico, estadounidense y europeo) por preservar sus cuotas de mercado, ventajas comparativas y su soberanía económica.
Sin embargo, esta organización empresarial navegó a contracorriente del momento utilizando al Estado como caja chica (contrario a parte importante del empresariado latinoamericano que buscaron en esa estructura una forma de ser más competitivos a lo interno), para, entre otras cosas, permitir el acceso de capitales monopólicos extranjeros (petroleros, alimentarios, químicos, etc.) a importantes sectores económicos de la nación.
La sustitución de importaciones en tal sentido nunca fue una prioridad ya que había pocas cuotas de mercado y sectores medianamente soberanos que defender. La postura de Fedecámaras con respecto al nuevo Dicom no guarda relación con la iniciativa de que sea utilizado para sustituir importaciones (fi ltrando divisas privadas para mejorar la oferta y efi cientar la compra de insumos estratégicos). Fedecámaras lo avizora como otro mecanismo más para mantener el mismo cuadro de importaciones inorgánicas que extranjerizan el ingreso petrolero, negando cualquier plan de inversión seria y coherente que voltee la situación a favor de la producción nacional con miras a la exportación.
Fedecámaras plantea como única solución ser un gran comprador de divisas generadas por el Estado venezolano, para de esta forma estimular el consumo a partir de las importaciones, cuando el problema real del mercado de divisas venezolano (más allá de las críticas coherentes al control cambiario), es que el único oferente es Petróleos de Venezuela (PDVSA) a través del Banco Central de Venezuela. Recomponer el mercado de divisas pasa ineludiblemente por la ampliación de sus oferentes.
Inversiones con miras a la exportación. Distanciamiento entre factores del mundo empresarial
Durante la Expo Venezuela un conjunto de convenios entre empresas públicas y privadas en áreas vitales para la economía nacional y planes de financiamiento en dólares y en divisas fueron aprobados, con el objetivo de estimular el crecimiento económico, las exportaciones (ampliando las fuentes de captación de divisas) y superar nodos críticos en rubros esenciales y de alto consumo de la población venezolana, ocasionados principalmente por la abrupta caída de los precios internacionales del petróleo, principal ingreso de Venezuela. Según reportó en caliente el portal web www.latabla.com, los convenios e inversiones realizados fueron los siguientes:
Pero más allá de lo puramente económico, la Expo Venezuela 2017 marca un distanciamiento en dos direcciones. En primer lugar sectores empresariales medianos y grandes (articulados en Fedeindustria y otras organizaciones aliadas), ligados a nichos económicos con alto valor agregado (producción de alimentos, productos químicos, industria textil, etc.) se desprenden de Fedecámaras en la búsqueda de nuevos marcos de negociación y puntos de equilibro con el Estado venezolano para ganar terreno en la economía nacional y obtener un mayor margen de independencia financiera de la mano de las exportaciones, con un nuevo marco regulatorio y convenios cambiarios favorable.
En segundo lugar, se suscita un distanciamiento en cuanto a la concepción que durante más de 70 años ha predominado en los sectores empresariales de tradición en el país, donde la espiral importadora y la vinculación íntima con dólares públicos ha sido casi una verdad incuestionable.
En este sentido, sectores pequeños, medianos y grandes, en proporción, actores de peso económico, arriesgan en la exportación y realizan inversiones conjuntas con el Estado venezolano, respetando su papel como actor económico primordial, para iniciar el rediseño del mapa empresarial venezolano (en cuanto a los planteamiento estratégicos de inversión, crecimiento económico interno y vinculación mucho más autonomizada del capital transnacional) y a intentar moldear una cultura empresarial que después de décadas ha dejado al país en ascuas ante la caída de los precios del petróleo.