La noche se desvanece en un autobús que atraviesa la larga carretera del sudeste venezolano con dirección a Santa Elena de Uairén, estado Bolívar. Al amanecer la parada concurre en esta ciudad fronteriza que colinda con Boa Vista, al norte de Brasil, mientras el paisaje de morichales y tepuyes sugiere que Santa Elena de Uairén pareciera salir de un sopor milenario.
La primera impresión revela un forcejeo por la gasolina, donde propios y extraños se disputan el turno en las pocas estaciones de servicio que se encuentran en el pueblo. Tanto los lugareños como los visitantes se abastecen de un combustible que tiende a ser escaso debido a la distancia de 705 kilómetros desde el centro de abastecimiento ubicado en la capital de la entidad y al comercio de extracción que se ha instalado allí.
Resulta de gran utilidad hacerse de un mapa y comenzar a trazar la ruta de interés para un recorrido que por lo general lleva al visitante hacia los diferentes afluentes de agua y a los diversos caminos, casi siempre flanqueados por tepuyes impávidos y graves que se levantan distantes emanando una especie de misterio.
Santa Elena es el centro de despliegue hacia la Gran Sabana, pero también lo es de buscadores de fortuna que siguen los caminos del oro y el diamante, como igualmente se ha transformado en tránsito hacia “la línea”, zona fronteriza con Brasil que en la actualidad ha sido escogida por los comerciantes, que a consecuencia de la escasez de alimentos en Venezuela, los adquieren en el país carioca para revenderlos en sus lugares de origen.
Pero la Gran Sabana continúa mostrando su atractivo natural. Así, una vez escogida la ruta el visitante deberá apertrecharse y salir en busca de algún refugio que le brinde el espacio y el tiempo para planifi car la aventura. En este sentido, la oferta de posadas es variada y los puntos a conocer son diversos.
La vía desde el kilómetros 88, hasta Santa Elena de Uairén (kilómetro 320), capital del Municipio Gran Sabana, el cual se encuentra en el Parque Nacional Canaima, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994, conduce a presenciar lo impresionante y majestuoso que resulta este paisaje que ha sido albergue de los indígenas pemones.
El Paují
Una vez que la ruta indica vía Paují, un poblado bucólico situado a unos 74,5 kilómetros al oeste de Santa Elena, la referencia guía los pasos hasta la casa del Paulista Carballo, un brasileño con muchos años en la zona y quien además de alquilar carpas en el patio de su residencia, ofrece para la venta un incienso elaborado por él mismo y que es producto de una resina original del sitio llamada Tacamajaca, de donde toma el nombre su particular hospedaje. Atiende en compañía de su esposa Isabel Sanabria.
“El abismo”
Adyacente a una rústica pista de aterrizaje, el tour precisa ganar la altura de una montaña y alcanzar lo que se conoce como “El Abismo”, una vista hacia el Macizo Guayanés y la selva amazónica brasileña. A la entrada hay servicio de refrigerio y se dispone de guías.
Además de “El Abismo” también existe la opción de ir al pozo La Esmeralda, o La Catedral, si no El Paují, o El Salto de la Vaca y El Chaberú, entre otros.
Al Paují se llega después de avanzar por una polvorienta carretera en la que transitan carros rústicos con dirección hacia las minas y camiones contentivos de gasoil, combustible utilizado para las plantas eléctricas.
La piedra de Jaspe
En el kilómetro 273, internándose hacia un costado de la carretea principal se encuentra la quebrada de Jaspe, cuyo nombre se toma de la colorida piedra que surge de un compuesto de cuarzo y sílice, presentando un color rojo y negro muy fuerte debido al hierro presente en su estructura.
Las aguas que corren una longitud de unos 300 metros se desprenden de una cascada que cae y se desliza por un área de apenas unos centímetros de profundidad. Se puede disfrutar de la cascada y desplazarse por encima de la lisura de las piedras de jaspe que se encuentran bajo un amplio y abundante follaje. De estas piedras se dice que las usan los indígenas con el propósito de producir fuego. A la quebrada de Jaspe le llaman Kako Parú, que se traduce como “el arroyo de las piedras de fuego”.
Al natural
Es muy conocido el balneario Soroape y está ubicado en el kilómetro 244. Se trata de un río que presenta formaciones de rocas que bajan como tobogán y que dan lugar a una serie de lagunas que toman características de piscinas, es uno de los preferidos porque sirven para baños relajantes.